martes, 17 de abril de 2018

Práctica 5. La Educación en 2050


Es difícil de imaginar la educación en el año 2050 pues hemos vivido tantos cambios tecnológicos en la última década que da miedo plantearse esto. He decidido escribir sobre cómo sería la rutina de un niño en ese año. Espero que lo disfrutéis.

Era abril de 2050 y la rutina de Leire, una niña de 12 años, era la misma que la de cualquier niño de la ciudad. Su smartwatch se encargaba de despertarla a las 7:15 todas las mañanas haciéndole sentir un despertar tranquilo y placentero a través de vibraciones suaves en consonancia con su pulso.

Puntualmente a las 8:50, como siempre lo era el hyperloop que le dejaba en la puerta de la escuela, accedía a la escuela con un lector que lleva integrado en la piel del antebrazo derecho. Llega a clase, saca su Tablet y se ponen a trabajar sobre los diferentes órganos del cuerpo y su funcionamiento, en este caso tocaba continuar con el corazón. Puso la Tablet encima de la mesa y la conectó de forma rápida. ¡Zas! apareció una luz azul y en 4D apareció el corazón que el otro día estaba controlando. Ventrículo derecho, ventrículo izquierdo, aorta… todo funcionaba correctamente. El día anterior le tocó revisar un corazón con un ventrículo ligeramente más pequeño que salvó con una supuesta cirugía. Y así continuó la mañana, formándose y especializándose en la profesión que había escogido.
La hora de salir al patio. Momento crucial pues no tenía gente con la que ir y estar cómoda. Tampoco podía ir con su mejor amigo Gorka pues su puntuación había subido mucho y si le veían con Leire podría recibir puntuaciones más bajas y perder su social status. No le preocupaba… pues al volver de la escuela se pasaría toda la tarde en casa de Gorka jugando al videojuego más popular ‘Wefly’.

Después del descanso le tocaba la optativa de escritura tradicional. Leire solamente sabía escribir su nombre y firmar, pero estaba teniendo avances. Ella sabía leer y sabía escribir en teclado a una velocidad increíble pero le llamaba la atención las cartas que se mandaban sus abuelos cuando eran novios y quería tener su propia marca personal, saber escribir a mano.

Sus padres no estaban de acuerdo con esta decisión pues debía escoger robótica  para que le abriera puertas para su futuro. Leire no quería perder la esencia de aquellas cartas de sus abuelos… con esa letra cursiva que tanta historia y personalidad escondían. Por este motivo hackeó el sistema electrónico de su matrícula y sus padres no podían visualizar ‘lectura tradicional’ en su plataforma virtual escolar. Algún día se enterarán pero para ese momento quedaba mucho tiempo y Leire quería tomar sus propias decisiones en un mundo donde todo estaba tan automatizado y deshumanizado. Ella solo quería ser más humana.




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