Como nos cuenta uno de
los personajes más aclamados de la famosa saga escrita por J.K. Rowling, las palabras son, nuestra más inagotable
fuente de magia, y de esta manera me gusta concebir la lectura, como una
ilusión que permite comprender el entramado interior de uno mismo conectando
fantasía con realidad.
Si pienso en mi infancia, la paciencia fue un aspecto que trabajé sin quererlo con la lectura, esperar al final y disfrutar del presente. Recuerdo especialmente cuentos infantiles como El Pez Arcoíris, Las Adivinanzas de Gloria Fuertes, o La Bruja Mon y La Fábrica de Nubes de la colección Barco de Vapor. Personajes como Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape o Mafalda son también recordados con un especial aroma veraniego.
Con un poco más de recorrido literario, libros como Momo de Michael Ende me hicieron ver la importancia de ser oyente, de saber escuchar y ser escuchado. Lo cierto es, que este último libro supuso el final de una etapa y el comienzo de otra ya encabezada por autores como Bécquer con sus rimas y leyendas, Miguel de Cervantes y su particular parodia caballeresca, u obras como El Lazarillo de Tormes o La Celestina.
El conocerme a mi misma a
través de la literatura vino ya en una etapa más adulta, cuando existió la
posibilidad de indagar y elegir mis propias lecturas, y reconozco que mi
elecciones y gustos literarios reflejan, en cierta manera, mis preferencias e
inquietudes en la vida. Novelas biográficas como Is This The Real Life? The Untold Story Of Queen? de Mark Blake o Glenn de Alejandro Castroguer desvelan mi pasión por la música, presente
desde la niñez. El Ruido Eterno de
Alex Ross fue realmente revelador, el autor recorre la historia del siglo XX
relacionando la sociedad del momento con los compositores y obras del siglo
pasado. Es un libro que te ofrece la posibilidad de transportarte a otra época
mientras escuchas obras que han marcado un antes y un después en el panorama
musical.
Además de la música, también despierta mi curiosidad la literatura con trasfondo histórico, me encantan las novelas que te ofrecen pensamientos, ideales o inquietudes marcadas por la sociedad de una época distinta. En este sentido, novelas como La Tabla de Flandes de Arturo Pérez Reverte, Una Pasión Rusa de Reyes Monforte, Niebla en Tánger de Cristina López Barrio o La trilogía The Century de Ken Follett son algunas de las obras que consiguen que viaje a través del tiempo y también del espacio, pues poseen otra de las caras que me atrae de la literatura, la posibilidad de saciar mi faceta aventurera con la descripción de lugares exóticos, culturas diferentes o leyendas regionales propias de países aún desconocidos para mí.
Además de la música, también despierta mi curiosidad la literatura con trasfondo histórico, me encantan las novelas que te ofrecen pensamientos, ideales o inquietudes marcadas por la sociedad de una época distinta. En este sentido, novelas como La Tabla de Flandes de Arturo Pérez Reverte, Una Pasión Rusa de Reyes Monforte, Niebla en Tánger de Cristina López Barrio o La trilogía The Century de Ken Follett son algunas de las obras que consiguen que viaje a través del tiempo y también del espacio, pues poseen otra de las caras que me atrae de la literatura, la posibilidad de saciar mi faceta aventurera con la descripción de lugares exóticos, culturas diferentes o leyendas regionales propias de países aún desconocidos para mí.
Las novelas de suspense y
misterio son también bienvenidas en mi repertorio literario, puesto que me
fascina la expectación e intriga que generan obras como La verdad sobre el caso de Harry Quebert de Joël Dicker o la
trilogía Millenium de Stieg Larsson.
Lo mismo me ocurre con el ámbito audiovisual, los gustos y preferencias suelen
ser similares a la lectura, aunque el repertorio siempre es más amplio y
variado. Me cuesta bastante pensar en
mis películas o series preferidas puesto que son muchas las que recuerdo y de
géneros muy distintos entre sí, pero puedo comentar algunas películas como Origen, El pianista, Pulp Fiction, Whiplash, Pesadillas antes de
Navidad, o series como Juego de
Tronos, Homeland, Sense8 o Friends.
Por supuesto, mi forma de
leer ha ido cambiando con el paso del tiempo, aunque dependiendo del tipo de
lectura. Reconozco que por norma general prefiero leer en formato papel, me
gusta el olor a libro recién comprado o verlos expuestos en su estantería y acordarme
de las historias que contienen. Sin embargo, leo las noticias u otros
documentos de trabajo a través del ordenador, quizá por comodidad, aunque no
solo ha cambiado mi forma de leer el avance tecnológico, sino también mi manera
de seleccionar la literatura con la que me gustaría continuar. Me gusta visitar
blogs literarios como Actualidad
Literatura, para conocer las novedades en este ámbito o proyectos
interesantes.
Para terminar, me
pregunto si se establece una conexión entre el autor y la persona que lee. En
mi caso, todas mis lecturas me han enseñado algo o me han ayudado a reflexionar
sobre algún tema concreto o circunstancia personal, y esto no habría sido
posible sin este plano particular y subjetivo que aporta el escritor fruto del
arte que supone la propia literatura.
«Si se me pidiera que definiera en pocas
palabras el término arte, lo llamaría la reproducción de lo que los sentidos
perciben en la naturaleza a través del velo del alma». Edgar Allan Poe
Una reflexión muy completa y muy rica, con muchos textos distintos. Las citas y el vídeo me parecen muy interesante. Atención a Bécquer :)
ResponderEliminarEn clase, pregúntame por el olor de los libros.